Los sindicatos en la encrucijada


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Casi todo huele a podrido en este país, y por desgracia no iban a oler menos los sindicatos más representativos (CCOO, UGT). Los sucesivos escándalos, entre los que se encuentran los eres en Andalucía o el último sobre la utilización de las tarjetas black por los consejeros de caja Madrid que representan a estos, son solo la punta del iceberg de la degradación moral del sindicalismo en España.

En la historia de nuestro país, los sindicatos han jugado un papel fundamental en la conquista de los derechos laborales y democráticos, los sindicatos históricos CNT y UGT dieron lo mejor que tenían a través de sus hombres y mujeres para crear una sociedad más justa e igualitaria. La dictadura franquista, durante más de 40 años, intentó borrar del mapa a los sindicatos de clase, imponiendo el sindicato único de corte fascista, llamado CNS (Central Nacional Sindicalista) conocido vulgarmente como sindicato vertical. Aún en esas condiciones el movimiento sindical continuó la lucha en la clandestinidad, pese a sufrir una represión salvaje, en los años 60, al calor de las protestas de los trabajadores de la minería, nace el sindicato CCOO.

Debemos preguntarnos el por qué se ha llegado a esta situación de degradación y miseria del sindicalismo en España, que ha pasado para que unos cara duras, oportunistas sin escrúpulos, ocupen las estructuras de poder dentro de las organizaciones sindicales e impidan cualquier intento de regeneración de estas.

La transición en España a la democracia, no fue justa con el sindicalismo, impuso un modelo de servilismo para las Organizaciones Sindicales, consistente en mantener la sindicación de los trabajadores en niveles muy bajos, mediante la creación de los Comités de Empresa, como órganos unitarios de representación y negociación de todos los trabajadores, que se tradujo en el desinterés por la afiliación sindical, “si ya negocia el comité de empresa para que me voy a afiliar a un sindicato” si este además me obliga a pagar una cuota. En Suecia, por poner un ejemplo, la afiliación supera el 80% de los trabajadores, debido fundamentalmente a que las organizaciones sindicales negocian las condiciones laborales solo de sus afiliados.

En esta situación, los Sindicatos se han visto obligados a buscar vías de financiación por otros medios, entre los que se encuentran, cursos de formación subvencionados por las instituciones, control en la selección de trabajadores junto al empresario para mantener una clientela fiel, negociar vías de financiación a cambio de traicionar a los trabajadores, mediante el cobro de dinero por negociar ERES. Cesión por parte de los empresarios de acciones en las comisiones gestoras de los Planes de Pensiones de Empleo a cambio de docilidad, fundamentalmente en las grandes empresas, (Telefónica cedió gratis a CCOO y UGT el 30% de las acciones de Fonditel, que ha llegado a gestionar más de 5000 millones de Euros en planes de pensiones, y que está suponiendo a estos dos sindicatos, varios millones de Euros anuales. Puestos de consejeros en las Cajas de Ahorros y demás entidades financieras, subvenciones del Estado por el número de delegados obtenidos y lo que más corrompe al sindicalismo, miles de liberados sin control por los trabajadores, que además de no ir a su puesto de trabajo, algunos en toda su larga “vida laboral”, cobran dietas y gastos de alojamiento a cargo del empresario, por una actividad ficticia en la mayoría de los casos, además de tener grandes posibilidades de promoción para ellos o sus familiares dentro de las empresas a cambio de su docilidad, que en muchos casos es puro servilismo. Se puede ver otro escándalo aparecido recientemente en el Tribunal de Cuentas, donde gran parte de los trabajadores implicados provenían de la misma familia sindical.

Ante esta situación nos toca hacernos otra pregunta ¿es posible una regeneración de los sindicatos actuales o por el contrario, tenemos que crear algo nuevo?

La burocracia sindical hace todo lo posible por mantener alejado a los trabajadores de la vida sindical, no quieren que haya participación de los afiliados en los problemas que les atañen, no quieren control a sus desmanes. Cuando hay que elegir o más bien repartir cargos, solo participan los que tienen algo que ganar o perder, nos referimos a toda la corte de liberados. Solo hay que ver quienes participan en los Congresos Sindicales, para darse cuenta de que no hay un solo trabajador como tal, es la única forma de entender que haya Secretarios Generales que llevan en el mismo cargo más de veinte años. Todos o la gran mayoría de los que se reúnen en estos cónclaves van a buscar o garantizar su estatus de liberado y las prebendas que esto supone.

Si no ocurre un cataclismo, creo que es muy poco probable que los sindicatos actuales puedan cambiar desde dentro. En los últimos años, y ante tanta podredumbre, se han ido desgajando de estos, sindicatos alternativos, que desgraciadamente en muchos casos han incurrido en los mismos errores de los que criticaban, tienen liberados, sus órganos de dirección y control los componen siempre las mismas personas durante muchos años, su crítica a los mayoritarios se basa fundamentalmente en que se llevan más parte de la tarta. Esto ha supuesto una atomización y división en el mundo sindical preocupante, sobre todo en las grandes empresas, donde las prebendas a conseguir son mayores, además hay un sector importante de los empresarios que tiene sus preferencias sindicales y ayuda en los comicios sindicales a los candidatos que más sumisos le van a ser. Por el contrario en las pequeñas y medianas empresas la presencia de los sindicatos es nula.

Ante este panorama desolador, creemos que ha llegado el momento de construir una nueva alternativa sindical, que intente recoger todo lo que se ha ido quedando en el camino en forma de desilusión. Hay que construir una alternativa que sea abierta, sin liberados, sin cargos vitalicios, sin prebendas, sin sectarismos, que recoja la rica tradición sindical de nuestro país y sea capaz de actualizarla al mundo del trabajo del siglo veintiuno, rompiendo la actual atomización y creando estructuras más amplias.

Me llegan noticias por los medios de comunicación de la constitución de un nuevo sindicato, Somos Podemos, según estos la iniciativa parte de miembros de Podemos ligados al mundo sindical en sus respectivas empresas. Esta decisión, según los citados medios, se hace al margen de la estructura de Podemos como partido político.

Desde estas líneas os deseo lo mejor para vosotros y para todos los trabajadores, debéis empezar a andar sobre el terreno que otros han dejado baldío, pero que es necesario sembrar y cuidar para que renazca un nuevo sindicalismo. Si es así, bienvenidos seáis.

Ernesto Valtierra